Qué escribir cuando no tienes nada que decir.

El rizo sintáctico, la nada en torno al discurso, la entrada misteriosa, la sintaxis acompaña al silencio, el silencio se convierte en música, pero todo es un giro, una boutade, un salto al abismo, sentir el vacío mientras caes, no asirse a nada e ir escribiendo mientras te arrojas porque no has podido seguir andando en la cuerda invisible de la escritura. la escritura es la historia de la caída, la fractura del hombre mientras se dibuja su trayectoria en la vida, a veces sin palabras o con las palabras inadecuadas, dichas en el borde, y el olor de las mujeres al borde del abismo que te arrastran al vacío, te convocan con su música antiquísima de hidras desesperadas, no tienen rostro en la caída, no tienen cuerpo en la llamada, pero están ahí haciendo confortable el abismo irremediable de la caída que era el silencio, la desesperación, el instante eterno que va desde el principio del instante al final del instante, porque el futuro siempre está viniendo, siempre naufragando en una orilla sintética y soñada porque las orillas, sabedlo, no existen, y los náufragos nunca llegarán a ellas, porque no existe la sintaxis, el rizo, el silencio, el acabamiento sin olas de la desesperación, sabedlo, los sueños son el peso de la sintaxis.